El bacalao está servido

La crisis del Athletic, el cuarto puesto del año pasado o la eliminatoria contra el Nápoles suenan distinto. Es como cuando en la cocina de casa se rompe la cazuela de barro en la que se ha cocinado el pil-pil toda la vida y se compra una nueva. Invariablemente, la sensación es que el bacalao ya no sabe igual. La cazuela se rompió en muchos hogares rojiblancos el pasado 30 de mayo, cuando se marchó Jose Iragorri. El que inspiraba la emoción. La emoción del bacalao.

Foto: David de Haro

Iragorri con el micrófono de Radio Popular ante el antiguo San Mamés. Foto: David de Haro

Aunque Hoss, como le llamaban sus próximos, no era el padre biológico del Bacalao,bacalao (concebido por Fede Merino), si le preguntáramos a la criatura probablemente diría —como tantos hijos adoptivos— que su verdadero padre es el que lo cuidó, lo mimó y lo vio crecer. El que se aseguró de dejarlo en buenas manos, con Raúl Jiménez, Fernando Mendikoa, Asier Elorriaga y compañía. El que se dejó la garganta en el bienio negro, el que estuvo el borde del colapso cuando Etxebe certificó el segundo puesto el año del Centenario, el que llegó al borde de las lágrimas con el gol de Toquero en la final de Mestalla, el que lamentó quedarse a un paso de la gloria en Bucarest. El que se despidió de San Mamés, ya con el micrófono apagado por el maldito cáncer, con la camiseta de su último ídolo, Julen Guerrero.

Con su particular sentido del humor —“la primera parte ellos han tenido más Geta que Fe con ese penalti, pero en la segunda están teniendo más Fe que Geta”—, los motes que ponía a los jugadores —Don Bittor Corleone Alkiza, el capo del centro del campo; Ismael Espárrago Urzaiz o Joseba Aladín bon ban¸ el genio de la lámpara Etxeberria— y su estilo inconfundible —“ahí va Carlos Gurpegui presionando como un lobo estepario”, “¡son los discípulos de Alí Babá, están aquí en Sevilla, han venido a saquear!— Iragorri se convirtió la voz más reconocida del Athletic durante casi un cuarto de siglo.

Después de merecidos y emotivos hossmenaldis de todo tipo, una plataforma de seguidores del Athletic pretende que la Asamblea de Compromisarios apruebe bautizar la moderna sala de prensa del nuevo estadio con el nombre de Jose Iragorri.

Habrá quien esté en contra, por no crear un precedente. “¿Qué pasará cuando nos deje otro periodista de renombre?”, preguntan algunos. Por eso hace bien la directiva en no apadrinar el asunto para no crear futuros agravios comparativos. Porque a pesar de ser muy popular (no confundirse: muy reconocido entre la hinchada y muy de su radio, donde sus compañeros le recuerdan casi cada día mientras continúan su labor) no es el único periodista de referencia de la actualidad rojiblanca.

iragorri2Pero si se consiguen las firmas, igualmente hará bien la junta en facilitar que se recuerde para siempre a este coloso bigotudo en La Catedral. En el templo en cuyo césped soñó con triunfar de joven, mientras cabeceaba centros en Lezama, y en el que acabó difundiendo la fe rojiblanca desde lo más alto de la Tribuna Este. Porque son miles y miles los socios y aficionados que han saltado en sus cocinas o pegado frenazos en el coche al oír sus gritos. Los que se han asomado a la radio (y aún lo hacen) cada noche durante años a preguntar “oye, ¿cómo va?” para que Iragorri y sus equipo les contestaran.

Es posible que el mismo Hoss estuviera en contra de un homenaje así. Quizás dijera que el Athletic debe estar siempre por encima de personalismos. Pero si es cierto que el club es de sus socios y aficionados, es a ellos a quienes corresponde tomar esa decisión.

Y si se recogen los apoyos necesarios, nadie podrá decir que es inmerecido. Porque es innegable que Iragorri marcó una época. Creó escuela, le dio un sello especial a la información sobre una entidad especial —“aunque cada vez somos menos diferentes”, se quejaba en los últimos tiempos— y su figura suscitó un consenso casi inédito entre compañeros, oyentes y hasta futbolistas, que reconocieron dos cosas: su valía profesional y grandeza personal, y que un bacalao no sabe igual si no lo cuenta, lo narra y lo describe Jose Iragorri.

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